Te lo digo casi antes de comenzar.
Para hablar conmigo tendrás que hacerte culta.
Tal vez hayas comprendido algo.
Tal vez hayas comprendido algo.
A veces era necesario llegar a todos los extremos, a veces era necesario tocar algún horror.
Me animaré a beber los cuencos del olvido y cuando el mundo entero despierte a los latidos de mi canto, esa vez, temblarán tambores de codicia y nadie, ninguno, hablará bien de mí.
Encarnizadamente espero volver a los lugares donde se lucha por el pan y la libertad.
Nadie podrá detener mi canto, porque mi canto proviene de lo más terrible del hombre.
De lo más incorpóreo del ser, desde el borde animal de lo humano, de ahí viene mi canto.
Un pan hecho canción precisamente donde falta.
Brutal, el hecho humano brutal:
un vaso de agua eternizado porque una vez faltó.