viernes, 7 de agosto de 2009

EL MITO DE LA SIRENA (Investigaciones Acerca de la Histeria Parte I)


Freud pensó que todos lo mitos son universales y típicos de la humanidad y eligió el mito de Edipo como modelo de la construcción del psiquismo.
El mito de la Sirena es también un modelo que alcanza una dimensión clínica y que representa un modo de funcionamiento propio de la patología histérica. El mito de la sirena expresa una conducta humana, donde se conjugan la seducción y la prohibición. La sirena, con su cuerpo dividido (mujer-pez), cuyo dorso se muestra desnudo, en una promesa de amor y sexualidad, pero al mismo tiempo con su cola de pez, marca la prohibición y la imposibilidad de unión. Representa, por lo tanto, la paradoja en la que la histérica se encuentra; por un lado su preocupación por el propio cuerpo, por su imagen, mostrándose sexual, exhibiéndose para ser deseada, es decir, en un cuerpo que muestra erotizado, pero, por otro lado, la histérica rechaza y se rehúsa a cualquier contacto con el otro. Pondera de una sensualidad de la que no se puede hacer cargo. La sirena, con su cola de pez y la histérica en una frigidez eterna representan a la niña-mujer hermosa, que sólo puede contemplar con regocijo su imagen en el espejo; pero no puede acceder al otro quedando atrapada en su propio narcisismo, envolviendo con su música enigmática al otro en una esperanza de amor imposible de concretarse. Se proponen como objetos de deseo del otro, pero no aparecen ellas mismas como sujetos deseantes. Una mujer, que no es mujer, que ofrece una relación ideal donde la sexualidad ocupa un lugar de privilegio, pero es un ofrecimiento fallido que trae consigo aparejado la prohibición del encuentro sexual con el otro. La sirena representa una belleza ideal inalcanzable, expresada a través del sonido, la música que embriaga, adormece e hipnotiza con una promesa de amor eterno, pero nunca cumplido. En la sirena, representada a través de la patología histérica, hay una vigencia permanente de dos modos psíquicos, un modo narcisista y otro edípico. Narcisista, por que ambas están atrapadas en el propio cuerpo intentando verse y conocerse a sí mismas, enajenadas con su propia imagen, donde el objeto no es reconocido como otro, y a su vez, edípico porque busca y atrae con su música al otro en una necesidad de ser admirada, pero, a su vez, con la prohibición del acercamiento.
El síntoma de la histérica tiene como objetivo primario el buscar ser amada, pero despliega una serie de mecanismos de evitación y compromiso genital. La histérica adopta la figura de la sirena, y su forma de presentación podrá ir cambiando de época en época, pero no cambiará su fondo, ya que irá asumiendo siempre la forma que resulta especialmente atractiva para aquellos cuya atención quiere lograr, en un juego paralelo de atracción-rechazo que encubre su propia conflictiva edípica infantil que prolonga en su fantasía. El trabajo psicoanalítico con la histérica será que pueda reconectarse con su cuerpo sexuado, para acceder al encuentro con el otro en un reconocimiento del placer; enlazando el cuerpo con el deseo, y no tan sólo un cuerpo infantil, un cuerpo símbolo de vivencias edípicas enquistadas que impiden el encuentro con el otro significativo. El cuerpo en la histérica frontera de su relación con los otros, la música, en la sirena, un canto melodioso e hipnótico que envuelve en una espera eterna. El mito de la sirena grafica la esencia de la histérica seductora y atrayente, resaltando especialmente su paradoja constante de querer amar, y buscar ser amada, pero al mismo tiempo la prohibición y el rechazo, quedando atrapada en un cuerpo sin deseos, donde el otro permanece extraño. La fascinación por la figura de la sirena representa el enigma del deseo y de la prohibición, la histérica renuncia al deseo sexual, reprime sus impulsos y lo sustituye sólo por la seducción, ubicándose en el imposible objeto del deseo. Así como el mito de Narciso se centra en el amor a si mismo, y el mito de Edipo tiene, para el psicoanálisis, un papel estructurador psíquico, donde prevalece la rivalidad, pero también la relación de objeto; el mito de la Sirena se nos presenta como paradigmático de la histeria y permite reflexionar acerca de los diversos modos de funcionamiento psíquico, y pone de relieve la compleja mente humana y sus avatares frente al amor.

(fuente: http://www.cppl.org/hojas/articulo.php?vermas=8)

3 comentarios:

Andrea dijo...

bueno, yo lo lei hasta el final. Será porque me hipnotizó como el canto mítico de la sirena, o será porque por ser mujer me tocó el histérico-co-razón??

Ina Balin dijo...

yo tambien lo leí...lindo .. interesante.besos!

Ili dijo...

yo lo leí y me quedé pensando... es aplicable a la inversa?. O sólo es aplicable a histéricas?... para mi del otro lado también los hay, y creo estar en presencia de uno (no por usted, no no)... en fin, no encuentro la referencia inversa por san google.

Saludos cordiales

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