martes, 14 de octubre de 2008

El Plan

"El que sospecha invita a traicionarlo".
François Marie Arouet.
Filósofo y escritor francés.
(1694-1778)

Si me preguntaras cuál es el plan último que motiva mis actos, la tarea se haría ardua y peligrosa. Contestar tal interrogante podría costarme la vida, en el caso de que la discreción necesaria no sea respetada. Igualmente, sé que la vida vale menos que el amor, lo que me lleva a faltar a mis promesas de silencio eterno. Admito que al ideólogo del plan no lo conozco. Pero aún así, sus malvados mandatos han llegado hasta mí, por intermedio de sus súbditos, los cuales conforman una secta fanática y sin escrúpulos.

Estos miserables intentan seducir a sus víctimas por medio de distintos engaños para sumirlas en el más terrible de todos los dolores. Paradójicamente, consideran que el sufrimiento es el único camino posible hacia la salvación. No es difícil advertir que el siniestro método empleado por estos inescrupulosos consiste en enamorar a sus víctimas y que para tal fin podrían emplear cualquier artilugio.
Suponen que llevarlas a las tinieblas del amor es imprescindible para que cambien el rumbo humillante de sus días. Y está claro que para acceder a dicha salvación, es necesario que exista una sucesión razonable de escollos, cierto sufrimiento, que entorpezca el camino y mantenga en vilo a la esperanza. Después de todo, tal vez sea indulgente perseguir tales propósitos. Puesto que procurar que sus mártires no continúen arrastrándose entre lastimosos conflictos cotidianos, a los que inútilmente intentan disfrazar de tragedias, no puede considerarse de ningún modo un accionar tan detestable. Por cierto, es mucho más digno sufrir por amor que padecer por la necesidad de tener que cumplir con la tediosa tarea de limpiar la cocina.
Ante tanta desesperanza, sólo hay una salida honorable. No se trata de armarse de valor y limpiar, a desgano, la cocina. Tampoco salir corriendo a obstaculizar potenciales relaciones con injurias y a los gritos en la cara a personas totalmente desconocidas. Consiste en que adoptes una postura de total y absoluta indiferencia ante los propósitos y artimañas de seducción o engaño, que al caso son lo mismo. Pero lo terrible es que en este caso pasarías a formar parte de la diabólica legión, y tu victimario se convertiría en tu víctima.
Por lo tanto lo mejor para todos es que te salves....

3 comentarios:

Bruno dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Bruno dijo...

(Soy el suprimidor del comentario de arriba, una versión de lo que sigue pero publicada prematuramente)

Ah la flauta, me he encontrado con un vertedero de palabras interesantemente articuladas. Ya con la presentación que tira el dato que viene a explicar que los griegos creían que las cosas sucedían para que alguien las contara luego se logra la puerta abierta para pasar a sentarse a leer. Lo leí, pero francamente y si me permite usted el regreso, preferiría volver a releer hasta poder ver el orden en que fue pensando cada tecleteo de la redacción. Y ahí comentar un comentario sin redundancia dicho sea, que pueda si no enriquecer el relato, sí ponerle en una posición de anfitrión literario y de repartidor en su banquete.

El Plan, señores. Alguien finalmente tenía que darle sentido contándolo.

Nos estamos leyendo don Tonga, siempre y cuando tenga a bien servir una copa de vino para bajar las empanadas.

Gastón dijo...

Fijate vos que he vuelto a releerlo y verlo (destapo un López, mientras escribo) Bueno, espero que vuelva y que se sienta Ud cómodo. Haga de cuenta que está en su casa.

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