martes, 7 de octubre de 2008

Una incisión pendiente

Agradecemos la involuntaria colaboración de Anna O.

"Ya casi puedo oler la fragancia azul de voyeur,
el hedor nauseabundo del poeta glorioso.
No tengo claro por qué no puedo verlo todavía
¿es el onanismo de Dios?
¿son los hongos en los pies de Virgilio?
¿las lagañas pútridas entre los ojos de Borges?"



Cierro los ojos y mientras avanzo, sueño. Y en mis sueños soy mi presa, que descansa sobre el marco de una ventana hecha de cañas de bambú. Me deleito con el exotismo de la escena. Me río un poco. Abajo está todo tan gris. Estuve a punto de ir hasta el último rincón del cuarto, a tomar agua y a apoyarme en las paredes de bambú, en el techo de bambú, en el piso hecho de cañas de bambú que hacen toc toc cuando camino por el cuarto. Pero me quedo mirando el gris allá abajo y los cuerpos y la pólvora. Hay algo que me aletarga, me obnubila y me hipnotiza, me sume en un sopor de elefante viejo. El viento, algún grito, el viento, toc toc toc...
Te hundo el fusil hasta que salga por el otro lado y escarbo en el pecho hasta que las costillas no me dejen más y meto los dedos entre la tercera y la cuarta y, reproduciendo una pinza, te saco un pedacito de corazón. Y con eso ya estoy contento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Extraña forma de estar contento, pero no por eso menos eficiente

beso

Gastón dijo...

ya de por sí estar contento es un estado sumamente extraño... uno está contento cuando los demás lo están? o estamos contentos a solas, sin depender de la contentura del otro? Quizás la clave esté en esa eficiencia q Ud cita, aunque buscaría otra palabra menos posmoderna. Gracias por su visita, vuelva pronto!!!

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